La angiostrongiliasis abdominal, producida por Angiostrongylus costaricensis, es una entidad clínica que se caracteriza por dolor abdominal localizado usualmente a nivel de la fosa iliaca derecha, acompañado en algunos casos de una masa tumoral, dolorosa a la palpación, que a veces se confunde con un proceso maligno. Debido a la inespecificidad de los síntomas, esta parasitosis también es confundida a menudo con un cuadro de abdomen agudo. Mientras que en países como Brasil y Costa Rica se habla de prevalencias de hasta un 28% y de 600 casos por año, respectivamente, en el resto de Latinoamérica no se conoce a ciencia cierta la prevalencia e incidencia real de esta parasitosis y para algunos sigue siendo una enfermedad “exótica”. (Abrahams-Sandi, 2007)
Angiostrongylus
costaricensis es un nematodo parásito que
pertenece a la superfamilia Metastrongyloidea. Es considerado el agente
etiológico de la angiostrongiliasis abdominal (AA). Desde la descripción del
parásito en 1971, son varios los casos de AA descritos en América, desde el sur
de los Estados Unidos hasta Argentina. Apenas dos casos han sido reportados
fuera del continente, uno en Zaire y
otro en España. Sobre este último se postula que la infección fue adquirida en
Nicaragua, mientras que para el caso descrito en África, se desconoce lugar y
vía de infección. (Abrahams-Sandi, 2007)
Modo de infección y
patogenia
El
reservorio común es la rata algodonera (Sigmodon hispidus). Además, los parásitos adultos viven en el interior de las arterias mesentéricas, principalmente en la región
ileocecal. En esa zona producen huevos que salen a la submucosa y mucosa, en
donde se forma el primer estado larvario que migra a la luz intestinal y sale con
las materias fecales. Los moluscos que actúan como huéspedes intermediarios,
principalmente babosas (Vaginulus plebeius), se infectan al ingerir esas
larvas. Éstas se transforman hasta constituir larvas de tercer estadio que son
infectantes, lo cual sucede al ingerir por accidente el molusco, alimentos u
objetos contaminados con sus secreciones, de ordinario, verduras que se comen
crudas. En los linfáticos mesentéricos del huésped, muda dos veces; esta larva
de quinto estadio migra y penetra las arterias mesentéricas donde alcanza la
madurez en un tiempo aproximado de 24 días, el cual corresponde al período
prepatente. En el hombre, las larvas producidas por los parásitos adultos
permanecen en los tejidos y no salen a la luz intestinal, como sucede en los
roedores, por ser el hombre un huésped anormal. (Botero, 1998)
Los
sitios afectados del intestino son: íleo terminal, ciego, apéndice y colon
ascendente, los cuales pueden sufrir inflamación, hipertrofia y necrosis; como
consecuencia de la tumoración puede presentarse oclusión intestinal. (Botero,
1998)
Distribución
La
enfermedad fue descubierta en Costa Rica en casos humanos y posteriormente se
conoció el parásito y su ciclo de vida. En dicho país se presentan más de 300
casos por año. Dichos sea de paso, se ha
diagnosticado en casi todos los países americanos, incluso Colombia. Es más
común en niños preescolares de zonas rurales o suburbanas, aunque no tiene
relación directa con desnutrición o nivel socio-económico bajo. Una
investigación en el Sur de Brasil encontró la mayoría de los casos en adultos.
Los reservorios animales son más de 11 especies de roedores y algunos
carnívoros. La contaminación con las babosas se hace a través de alimentos
crudos donde estos moluscos han dejado secreciones o cuando se manipulan, por
ejemplo, como carnadas en la pesca (Botero, 1998)
Tratamiento
La
mayoría de los casos graves se tratan como la apendicitis y se hace la remoción
quirúrgica de la masa. Se han utilizado los benzimidazoles (mebendazol,
albendazol) durante 2 semanas. Es difícil evaluar la actividad antihelmíntica,
pues debe considerarse que hay curación clínica espontánea en algunos casos.
Existe la posibilidad de migración de los parásitos cuando se usan estos
antihelmínticos. (Botero, 1998)
Prevención de la
enfermedad
1. No comer caracoles crudos.
2. No comer animales crudos:
ranas, cangrejos, babosas, planarias, camarones o carne de ganado.
3.
No beber aguas sin estar
tratadas.
4.
Lavado de frutas y verduras.
5. Lavarse bien las manos tras
manipular gasterópodos, verduras, frutas y flores cortadas en zonas tropicales.
6.
Controlar la venta de
caracoles vivos o refrigerados para consumo.
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ResponderEliminarMuy buena distribución del contenido y fuentes consultadas. ademas de la presentación y el color utilizado, una vez mas el llamado a seguir y cumplir las normas sanitarias.
ResponderEliminarUn aporte a esta patología: A. costaricensis es un nemátodo filiforme, con la extremidad cefálica arredondada, y una cola cónica en la hembra; la boca tiene tres pequeños labios. La hembra mide 32 mm y el ano y la vulva están ubicados en la parte ventral de la extremidad caudal. El macho mide 20 mm y tiene una bolsa copulatriz medianamente desarrollada
En el huésped definido (roedores de varias especies), los vermes adultos viven dentro de las arterias mesentéricas de la región ileocecal. Aquí se realiza la oviposición y los huevecillos son arrastrados por la corriente sanguínea hacia la pared intestinal, en donde se inicia la embrionación. Una vez formadas, las larvas de primer estadio migran a la luz intestinal y llegan al suelo con las heces de la rata. El huésped intermediario (generalmente babosas de la familia Veronicellidae) se infecta al comer material fecal del roedor. En el molusco se realizan dos mudas y a los 18 días la larva de tercer estadio, que es la forma infectante para el mamífero, está completamente madura; estas larvas pueden permanecer vivas en la babosa por varios meses o pueden salir con la secreción mucosa del molusco. La infección del roedor se produce al ingerir una babosa infectada.
Gracias por el aporte Marie. En Venezuela la enfermedad fue confirmada en el 2006 por primera vez. Resulta que un caracol (Achatina fulica) del continente negro fue traído e introducido ilegalmente en Venezuela hace ya un tiempito (1993) y era portador del Angiostrongylus costaricencis. Me recuerda a los vendedores informales que se apostan en la avenida 20 a vender cremas hechas supuestamente con X secreción de caracoles; cuidado hay que tener con esos charlatanes, puesto que no se sabe que agente infeccioso puedan tener los moluscos con los que se ganan la vida. Saludos
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