Es
una micosis sistémica que afecta al sistema reticuloendotelial. Se origina por
el hongo Histoplasma Capsulatum,
variedad capsulatum que se encuentra
en excretas de murciélagos y algunas aves. Se adquiere por inhalación y
generalmente es asintomática en áreas endémicas. En 95 % de los afectados es
subclínica o benigna y, en una proporción baja, es pulmonar progresiva o
cutánea crónica; en los histiocitos se encuentran levaduras pequeñas. La
histoplasmosis africana, causada por Histoplasma
capsulatum, variedad duboisii se
caracteriza por lesiones granulosas o supurativas, principalmente cutáneas,
subcutáneas u óseas; en las células gigantes, se encuentran levaduras grandes. (Arenas Guzman, 2008)
La
enfermedad es cosmopolita y se considera como la micosis respiratoria más
frecuente del mundo. Se estiman 200 mil casos nuevos cada año y 40 millones de
enfermos a nivel mundial. Las áreas endémicas más importantes se sitúa en
América, en países como, E.E.U.U, el norte de Panamá, Honduras, Venezuela,
Colombia, Perú, Brasil, Argentina, Surinam, Jamaica, Puerto Rico, Belice,
Alaska, Burma, Indonesia, Filipinas, Turquía, Israel, Suiza, Australia y Asia.
Se presenta en todos los grupos étnicos; antes de la pubertad afecta por igual
a ambos sexos, pero en los adultos predomina en varones en una proporción 3:1.
La mayoría de los pacientes son varones caucásicos mayores de 50 años de edad.
Por exposición de grandes
números de esporas, se han observado más de 200 epidemias; algunas en obreros
al dar mantenimiento a aparatos de aire acondicionado, en niños al limpiar
parques y en militares que pernoctan en casas abandonadas, en exploradores de
cuevas, en prisiones y escuelas. La más grande sucedió entre 1975 y 1979 en
Indiana y afectó a cerca de 150 mil personas. (Arenas Guzman, 2008)
Factores de riesgo
Se considera que ciertas
ocupaciones son factores d riesgo; mineros, espeleólogos, guías de turistas,
arqueólogos, visitantes de sitios naturales tienen mayor riesgo de contagio. En
inmunodeficientes, el hongo actúa como infección oportunista, como en caso de
personas con leucemia, linfomas, con transplante de órganos, los que usan
glucocorticoides o inmunosupresores, y los que padecen sida. En estos es la
tercera micosis en frecuencia. (Arenas Guzman, 2008)
Patogenia
La infección se inicia con la
inhalación de aerosoles que contienen microsporas y pequeños fragmentos de
hifas procedentes de la fase micelial del hongo. Los conidios contaminantes son
transportados por el aire; entre los vectores importantes están los armadillos,
perros y gatos. Después que los conidios penetran son fagocitados por
macrófagos, se produce alveolitis y en el sistema reticuloendotelial se
transforman en levaduras; estos microorganismos fagocitados pueden observarse
en bazo, médula ósea, gánglios, hígado y glándulas suprarrenales. Existe
diseminación hematógena rápida y transitoria. Casi siempre originan una
enfermedad autolimitada (benigna) que desaparece y deja calcificaciones en los
pulmones y bazo, y queda hipersensibilidad al antígeno e inmunidad a la
reinfección, que depende del sistema fagocítico mononuclear. Pocas veces la
enfermedad se hace crónica y progresiva, aunque puede ocurrir una reacción
granulomatosa con caseosis y se relaciona con fibrosis e hipersensibilidad.
(Arenas Guzman, 2008)
Pronóstico
La mayoría de veces el hongo es
benigno; la forma pulmonar aguda casi siempre cura sola; la crónica pulmonar,
en 80 % y la cavitada en 20 %; en la modalidad diseminada y en sida es
infrecuente la recuperación, y la mortalidad va de 83 a 100 %. La forma cutánea
primitiva cura sola pero en inmunodeficientes puede haber diseminación. La
mayoría de los enfermos con tratamiento se recupera rápidamente y no hay
recurrencias. (Arenas Guzman, 2008)
Prevención
En áreas contaminadas, se debe
usar mascarillas y aplicar aspersión de formol al 3%; los lotes de tierra con
excremento de murciélagos o aves deben eliminarse. En pacientes infectados con
VIH, se recomienda evitar la exposición a lugares presumiblemente con altos
contenidos de esporas de Histoplasma,
como sitios con excrementos de aves y cavernas. (Arenas Guzman, 2008)
Tratamiento
El tratamiento debe
individualizarse; en formas benignas, se trata con reposo y medidas generales;
en presentaciones localizadas granulomatosas o con cavitación, se trata quirúrgicamente
y con anfotericina B. en modalidades graves, la terapéutica más adecuada es la
anfotericina B, a razón de 0,6 mg/kg de peso corporal al día durante seis
semanas. En la forma pulmonar, casi siempre bastan 500 mg como dosis total; en
las presentaciones crónicas, se requiere 1 a 2 g. En los casos cerebrales, se
recomienda la aplicación por vía intratecal. La sulfadiazina es poco activa;
tiene mejor actividad el trimetoprim con sulfametoxazol a razón de 80-400 mg,
dos veces al día durante varios meses. (Arenas Guzman, 2008)
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